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CONSCIENTE, PRECONSCIENTE E INCONSCIENTE 

El aparato psíquico es el nombre que utilizó Sigmund Freud para denominar a la mente humana. Freud alude a los lugares en los que ocurren los diferentes procesos psíquicos y habla de cómo la mente se ...
CONSCIENTE, PRECONSCIENTE E INCONSCIENTE

El aparato psíquico es el nombre que utilizó Sigmund Freud para denominar a la mente humana. Freud alude a los lugares en los que ocurren los diferentes procesos psíquicos y habla de cómo la mente se organiza y se divide en distintos sistemas interconectados entre sí, cada uno con características y funciones específicas.
En el nivel consciente se encuentran todos los pensamientos, emociones y acciones directamente relacionadas con la realidad: es el sistema más accesible para nosotros, mediante el cual nos relacionamos con los estímulos externos o internos a través de los sentidos. características y funciones específicas.
Este sistema está relacionado con la memoria a corto plazo y representa nuestra percepción en el momento presente, tanto de nosotros como del entorno.
El nivel preconsciente es el que se encuentra entre el inconsciente y el consciente. Representa a todos los sentimientos, pensamientos, fantasías, etc. que no se encuentran en la consciencia pero que fácilmente se pueden hacer presentes. Es el caso de recuerdos que teníamos olvidados, pero de los que nos acordamos solo cuando alguien nos habla de ello
El sistema inconsciente es el nivel menos accesible de la consciencia. En él se encuentran todos los sentimientos, vivencias, deseos, etc. que suponen un conflicto para nosotros y que están reprimidos. Esto es así debido a que la intensidad y el contenido de los mismos está asociado a emociones displacenteras y sufrimiento y por tanto los alejamos de la consciencia como mecanismo de defensa. A pesar de que lo que se encuentra en el inconsciente no es fácilmente accesible y está oculto para nuestra consciencia, nos influye notablemente y se manifiesta en forma de síntomas, sueños o actos fallidos, entre otros.
EL APARATO PSÍQUICO: YO, ELLO Y SUPER YO

De todas las teorías desarrolladas por Sigmund Freud, la del Ello, el Yo y el Superyó es una de las más famosas. Según su enfoque psicodinámico, cada una de estas estructuras representa una instancia...
EL APARATO PSÍQUICO: YO, ELLO Y SUPER YO

De todas las teorías desarrolladas por Sigmund Freud, la del Ello, el Yo y el Superyó es una de las más famosas. Según su enfoque psicodinámico, cada una de estas estructuras representa una instancia psíquica que, desde nuestro sistema nervioso, nos llevan a perseguir unos intereses que chocan entre sí.

Así pues, el Ello, el Yo y el Superyó son los conceptos que Freud utilizó para referirse al conflicto y la lucha de fuerzas antagónicas que, según él, rigen nuestra forma de pensar y de actuar.
1. El Ello
Freud proponía que el Ello o Id es la estructura de la psique humana que aparece en primer lugar. A diferencia de lo que ocurre con el Yo y el Superyó, está presente desde que nacemos, y por lo tanto durante los primeros dos años de nuestras vidas es la que manda a lo largo de ese periodo de tiempo.

El Ello se mueve a partir del principio del placer inmediato, y por eso lucha por hacer que las pulsiones primarias rijan la conducta de la persona, independientemente de las consecuencias a medio o largo plazo que eso pueda conllevar. Por ello se suele considerar que el Ello es "la parte animal" o "instintiva" del ser humano.
2. El Yo
Esta instancia psíquica surgiría a partir de los dos años y, a diferencia del Ello, se regiría por el principio de la realidad. Eso significa que el Yo está más enfocado hacia el exterior, y nos lleva a pensar en las consecuencias prácticas de lo que hacemos y los problemas que puede generar una conducta demasiado desinhibida. Esto hace que se enfrente al Ello para aplacar las pulsiones que emanan de él, para lo cual utiliza los mecanismos de defensa.

En definitiva, el Yo es, según la teoría de Sigmund Freud, la instancia psíquica que se encarga de hacer que la fuerza del Ello no tome el control del cuerpo llevándonos a situaciones catastróficas a corto plazo, y que la del Superyo no llegue a asfixiarnos por su carácter restrictivo.
3. El Superyó
El Superyó aparecería según Freud a partir de los 3 años de vida, y es consecuencia de la socialización (básicamente aprendida a través de los padres) y la interiorización de normas consensuadas socialmente. Es la instancia psíquica que vela por el cumplimiento de las reglas morales. Es por eso que el Superyó presiona para realizar grandes sacrificios y esfuerzos con tal de hacer que la personalidad de uno mismo se acerque lo máximo posible a la idea de la perfección y del bien.
LA LIBIDO Y SUS ETAPAS DE DESARROLLO PSICOSEXUAL

Para Freud, la sexualidad humana es una de las principales vertientes de la energía vital que mueve el comportamiento del ser humano. Esta energía, a la que se le puso el nombre de libido, es la fuente de los impulsos que para el padre del psicoanálisis hacen que tendamos hacia ciertos objetivos a corto plazo y, a la vez, obligan a otras instancias de nuestra psique a reprimir estas tendencias para no ponernos en peligro o no entrar en conflicto con el entorno en el que vivimos.

Una de las ideas esenciales detrás de la teoría del desarrollo psicosexual de Freud es que el modo en el que gestiona la satisfacción de la libido durante la infancia deja unas huellas en nuestro inconsciente que se harán notar durante la vida adulta.
A partir de los diferentes modos en los que la etapa de crecimiento de los menores condiciona la aparición de uno u otro tipo de fijación, Sigmund Freud formuló la teoría que uniría la sexualidad con el desarrollo del inconsciente freudiano.
En ella, se propone que en los primeros años de nuestras vidas atravesamos distintas etapas de desarrollo vinculadas a la sexualidad y a distintas fijaciones, y que lo que ocurra durante ellas influirá en el modo en el que el inconsciente condicione a la persona una vez haya llegado a la adultez.

1. Etapa oral
La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen los primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la boca es la principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las principales zonas del cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto explicaría la propensión de los más pequeños a intentar "morderlo" todo.
2. Etapa anal
Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trata de la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta actividad está vinculada al placer y la sexualidad.

Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo.

3. Etapa fálica
Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de los genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero también se originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres, niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de los genitales y terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.
4. Etapa de latencia
Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa de latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general, por representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por parte de los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es por eso que Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las anteriores.

5. Etapa genital
La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir con la misma eficacia que en etapas anteriores.
La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser los genitales. Es el nacimiento de la sexualidad adulta.